viernes, 7 de febrero de 2014

LA MURCIA DE AQUELLOS AÑOS www.marisacanoonline.com


Bien conocida es la leyenda de un supuesto túnel que unía la Catedral, entonces gran mezquita de la Murcia musulmana, con el castillo de Monteagudo, pero casi nadie recuerda la existencia de otro pasadizo, de no menor importancia ni fantasía, a través del cual se podía recorrer, en un santiamén, la distancia comprendida entre la plaza de Joufré y el Alcázar. La función de ambos subterráneos era idéntica: huir de inmediato si se producía un asalto.

El pasaje de Joufré es una nueva tesela del mosaico histórico que conforma la calle Platería, en cuyo extremo se ubicó, hasta bien entrado el siglo XIX, el kilómetro cero del Reino de Murcia. Aún hoy una lápida lo recuerda, en la fachada de la perfumería Ruíz-Seiquer, que ya en 1886 inundaba el barrio de fragancias de lavanda y exquisitos perfumes franceses.

En la calle Platería, antes llamada de Mercaderes convivieron durante siglos las tiendas y obradores de los plateros, que eran la mayoría.

Es una calle de remotos comercios, desde la mítica Casa Pedreño, una de las tiendas de ultramarinos más antiguas de la ciudad, cuya historia se condensa en una balanza añeja y descomunal, hasta la sombrerería de Jesús Belmar, que abrió sus puertas en 1886 en la calle de Jabonerías. Muy cerca mantendría su taberna el recordado Pepe, el del Romea, que ofrecía como tapa 'pajaricos fritos'. Y no menos añorada es la confitería Alonso, fundada en 1848 por los hermanos Martín y Juan Bautista, quienes se hicieron célebres por la elaboración de los caramelos 'Salzillo', Congreso, de bergamota, anís y frambuesa, merengues de fresa y pastillas de café con leche. En la misma 'placica', el Bazar Murciano se convirtió en parada obligada para los más selectos.

Tardes de merengue, de aromas que brotaban de los hornos de leña, sometidos al pulso sabio de confiteros irónicos, como el legendario Ros, al que se le atribuye una curiosa carta que, abierta tras su muerte, describía una relación de nombres de «murcianos que me joden sin saber por qué».

De ser cierta la existencia del túnel, unía el corazón de la ciudad con el entorno de la iglesia de San Juan de Dios, atravesando el subsuelo de decenas de edificios, sin contar las acequias, sótanos y bodegas que atesoraban.

Un saludo
MarisaCano Joyass
C/Platería 22.  www.marisacanoonline.com


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